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9 mar 2016

La colonia abbandonata di Vallcarca al Garraf, Sitges

Nel 1903, l'Impresa Butsems e Fradera installó una fabbrica per estrarre la pietra calcarea del massiccio del Garraf. Secondo la moda dell'epoca, costruirono una colonia industriale, con un porto nelle vicinanze per poter conmmercializzare il cemento portland che fabbricava (unio dei piú duri e di maggiro qualitá). La colonia prometteva una vita autosufficiente: aveva un mercato, una scuola (anche se il destino degli alunni era quello di finire per lavorare nella stessa fabbrica), un dispensario medico un teatro, un cinema, un campo di calcio (con squadre locali come il Lanfort o l'Atletico Vallcarca che sfidavano il Barcelona), una chiesa (costruita dopo la Guerra Civile), la domenica il mercatino e un Circolo Ricreativo.
Isolata nella costa del Garraf, la colonia di Vallcarca non si salvó dalle disgrazie della storia.
Nel 1918 un epidemia di influenza uccise decine di persone. Poi venne la Guerra Civile e molti operai si allearono come miliziani della FEI e della JONS (Falange Española), formando il rivoluzionario Comitato di Vallcarca, che fuciló vari manager della fabbrica nella stessa costa del Garraf, nella zona denominata Pas de la mala dona (Passo della donna povera).
Durante il Franchismo, quando erano visibili le impronte del bombardamento da parte dell'aviazione italiana, nelle strade della colonia si ripartivano le tessere per il razionamento del cibo, si cantava la Cara al sol e le domeniche si celebrava la messa nella chiesa appena costruita dal Regime.
Ora non resta niente di tutto questo, solo un gruppo di case abbandonate e una stazione fantasma, nascosta sotto l'immenso cementificio. (liberamente tradotto da ElMundo.es
En 1903, la empresa Butsems i Fradera instaló una fábrica para extraer la piedra calcárea del macizo del Garraf. Siguió el modelo tan en boga de la época de construir una colonia industrial, con un puerto cerca para poder comercializar el cemento portland que fabricaba (uno de los más duros y de mayor calidad). La colonia prometía una vida autosuficiente: tenía mercado, escuela (aunque el destino de los alumnos fuera acabar trabajando en la misma fábrica), dispensario médico, un teatro-cine, campo de fútbol (con equipos locales como el Lanfort o el Atlético Vallcarca que desafiaban a los de Barcelona), una iglesia (construida después de la Guerra Civil), domingos de mercadillo y una Sociedad Recreativa.
Aislada en las Costas del Garraf, la colonia de Vallcarca no se salvó de las desgracias de la Historia. En 1918, estalló una epidemia de gripe que dejó decenas de muertos. Después vino la Guerra Civil. Varios obreros se alistaron como milicianos de la FEI y las JONS, formando el revolucionario Comité de Vallcarca, que fusiló a encargados de la fábrica en las mismas costas, en la zona denominada Pas de la mala dona (según documentos del Institut d'Estudis Penedesencs). Durante el Franquismo, cuando aún eran visibles las huellas de los bombardeos de la guerra, en las calles de la colonia corrían las cartillas de racionamiento, se cantaba el Cara al sol y los domingos tocaba misa en la iglesia recién levantada por el Régimen.
Ahora ya no queda ni rastro de esos episodios fatídicos ni de la colonia, sólo el gris esqueleto de la estación, escondido bajo la inmensa cementera (ElMundo.es)















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